Tiempo de lectura para niños: 12 min
Pues sí, éste era el pequeño Tuk. En realidad no se llamaba así, pero éste era el nombre que se daba a sí mismo cuando aún no sabía hablar. Quería decir Carlos, es un detalle que conviene saber. Resulta que tenía que cuidar de su hermanita Gustava, mucho menor que él, y luego tenía que aprenderse sus lecciones; pero, ¿cómo atender a las dos cosas a la vez? El pobre muchachito tenía a su hermana sentada sobre las rodillas y le cantaba todas las canciones que sabía, mientras sus ojos echaban alguna que otra mirada al libro de Geografía, que tenía abierto delante de él. Para el día siguiente habría de aprenderse de memoria todas las ciudades de Zelanda y saberse, además, cuanto de ellas conviene conocer. Llegó la madre a casa y se hizo cargo de Gustavita. Tuk corrió a la ventana y se estuvo leyendo hasta que sus ojos no pudieron más, pues había ido oscureciendo y su madre no tenía dinero para comprar velas.
– Ahí va la vieja lavandera del callejón -dijo la madre, que se había asomado a la ventana-. La pobre apenas puede arrastrarse y aún tiene que cargar con el cubo lleno de agua desde la bomba. Anda, Tuk, sé bueno y ve a ayudar a la pobre viejecita. Harás una buena acción. Tuk corrió a la calle a ayudarla, pero cuando estuvo de regreso la oscuridad era completa, y como no había que pensar en encender la luz, no tuvo más remedio que acostarse. Su lecho era un viejo camastro y, tendido en él estuvo pensando en su lección de Geografía, en Zelanda y todo lo que había explicado el maestro. Debiera haber seguido estudiando, pero era imposible, y se metió el libro debajo de la almohada, porque había oído decir que aquello ayudaba a retener las lecciones en la mente; pero no hay que fiarse mucho de lo que se oye decir. Y allí se estuvo piensa que te piensa, hasta que de pronto le pareció que alguien le daba un beso en la boca y en los ojos. Se durmió, y, sin embargo, no estaba dormido; era como si la anciana lavandera lo mirara con sus dulces ojos y le dijera: – Sería un gran pecado que mañana no supieses tus lecciones. Me has ayudado, ahora te ayudaré yo, y Dios Nuestro Señor lo hará, en todo momento. Y de pronto el libro empezó a moverse y agitarse debajo de la almohada de nuestro pequeño Tuk.
– ¡Quiquiriquí! ¡Put, put! -. Era una gallina que venía de Kjöge.
– ¡Soy una gallina de Kjöge! -gritó, y luego se puso a contar del número de habitantes que allí había, y de la batalla que en la ciudad se había librado, añadiendo empero que en realidad no valía la pena mencionarla-. Otro meneo y zarandeo y, ¡bum!, algo que se cae: un ave de madera, el papagayo del tiro al pájaro de Prastö. Dijo que en aquella ciudad vivían tantos habitantes como clavos tenía él en el cuerpo, y estaba no poco orgulloso de ello-. Thorwaldsen vivió muy cerca de mí. ¡Cataplún! ¡Qué bien se está aquí! Pero Tuk ya no estaba tendido en su lecho; de repente se encontró montado sobre un caballo, corriendo a galope tendido. Un jinete magníficamente vestido, con brillante casco y flotante penacho, lo sostenía delante de él, y de este modo atravesaron el bosque hasta la antigua ciudad de Vordingborg, muy grande y muy bulliciosa por cierto. Altivas torres se levantaban en el palacio real, y de todas las ventanas salía vivísima luz; en el interior todo eran cantos y bailes: el rey Waldemar bailaba con las jóvenes damas cortesanas, ricamente ataviadas. Despuntó el alba, y con la salida del sol desaparecieron la ciudad, el palacio y las torres una tras otra, hasta no quedar sino una sola en la cumbre de la colina, donde se levantara antes el castillo. Era la ciudad muy pequeña y pobre, y los chiquillos pasaban con sus libros bajo el brazo, diciendo: – Dos mil habitantes -. Pero no era verdad, no tenía tantos. Y Tuk seguía en su camita, como soñando, y, sin embargo, no soñaba, pero alguien permanecía junto a él.
– ¡Tuquito, Tuquito! -dijeron. Era un marino, un hombre muy pequeñín, semejante a un cadete, pero no era un cadete.
– Te traigo muchos saludos de Korsör. Es una ciudad floreciente, llena de vida, con barcos de vapor y diligencias; antes pasaba por fea y aburrida, pero ésta es una opinión anticuada.
– Estoy a orillas del mar, dijo Korsör; tengo carreteras y parques y he sido la cuna de un poeta que tenía ingenio y gracia; no todos los tienen. Una vez quise armar un barco para que diese la vuelta al mundo, mas no lo hice, aunque habría podido; y, además, ¡huelo tan bien! Pues en mis puertas florecen las rosas más bellas. Tuk las vio, y ante su mirada todo apareció rojo y verde; pero cuando se esfumaron los colores, se encontró ante una ladera cubierta de bosque junto al límpido fiordo, y en la cima se levantaba una hermosa iglesia, antigua, con dos altas torres puntiagudas. De la ladera brotaban fuentes que bajaban en espesos riachuelos de aguas murmureantes, y muy cerca estaba sentado un viejo rey con la corona de oro sobre el largo cabello; era el rey Hroar de las Fuentes, en las inmediaciones de la ciudad de Roeskilde, como la llaman hoy día. Y todos los reyes y reinas de Dinamarca, coronados de oro, se encaminaban, cogidos de la mano, a la vieja iglesia, entre los sones del órgano y el murmullo de las fuentes. Nuestro pequeño Tuk lo veía y oía todo.
– ¡No olvides los Estados! -le dijo el rey Hroar. De pronto desapareció todo. ¿Dónde había ido a parar? Daba exactamente la impresión de cuando se vuelve la página de un libro. Y hete aquí una anciana, una escardadera venida de Sorö, donde la hierba crece en la plaza del mercado. Llevaba su delantal de tela gris sobre la cabeza y colgándole de la espalda; estaba muy mojado – seguramente había llovido -. Sí que ha llovido -dijo la mujer, y le contó muchas cosas divertidas de las comedias de Holberg, así como de Waldemar y Absalón. Pero de pronto se encogió toda ella y se puso a mover la cabeza como si quisiera saltar-. ¡Cuac! -dijo-, está mojado, está mojado; hay un silencio de muerte en Sorö -. Se había transformado en rana; ¡cuac!, y luego otra vez en una vieja -. Hay que vestirse según el tiempo -dijo-. ¡Está mojado, está mojado! Mi ciudad es como una botella: se entra por el tapón y luego hay que volver a salir. Antes tenía yo corpulentas anguilas en el fondo de la botella, y ahora tengo muchachos robustos, de coloradas mejillas, que aprenden la sabiduría: ¡griego, hebreo, cuac, cuac! -. Sonaba como si las ranas cantasen o como cuando camináis por el pantano con grandes botas. Era siempre la misma nota, tan fastidiosa, tan monótona, que Tuk acabó por quedarse profundamente dormido, y le sentó muy bien el sueño, porque empezaba a ponerse nervioso. Pero aun entonces tuvo otra visión, o lo que fuera. Su hermanita Gustava, la de ojos azules y cabello rubio ensortijado, se había convertido en una esbelta muchacha, y, sin tener alas, podía volar. Y he aquí que los dos volaron por encima de Zelanda, por encima de sus verdes bosques y azules lagos.
– ¿Oyes cantar el gallo, Tuquito? ¡Quiquiriquí! Las gallinas salen volando de Kjöge. ¡Tendrás un gallinero, un gran gallinero! No padecerás hambre ni miseria. Cazarás el pájaro, como suele decirse; serás un hombre rico y feliz. Tu casa se levantará altivamente como la torre del rey Waldemar, y estará adornada con columnas de mármol como las de Prastö. Ya me entiendes. Tu nombre famoso dará la vuelta a la Tierra, como el barco que debía partir de Korsör y en Roeskilde – ¡no te olvides de los Estados! dijo el rey Hroar -; hablarás con bondad y talento, Tuquito, y cuando desciendas a la tumba, reposarás tranquilo…
– ¡Como si estuviese en Sorö! – dijo Tuk, y se despertó. Brillaba la luz del día, y el niño no recordaba ya su sueño; pero era mejor así, pues nadie debe saber cuál será su destino. Saltó de la cama, abrió el libro y en un periquete se supo la lección. La anciana lavandera asomó la cabeza por la puerta y, dirigiéndole un gesto cariñoso, le dijo:
– ¡Gracias, – hijo mío, por tu ayuda! Dios Nuestro Señor haga que se convierta en realidad tu sueño más hermoso. Tuk no sabía lo que había soñado, pero ¿comprendes? Nuestro Señor sí lo sabía.

Antecedentes
Interpretaciones
Lengua
„El Pequeño Tuk“ es un cuento maravilloso de Hans Christian Andersen que destaca por su estilo encantador y su mezcla de realidad y fantasía. Este relato nos presenta a un niño llamado Tuk, cuyo verdadero nombre es Carlos, y su lucha entre las responsabilidades de cuidar a su hermana pequeña y estudiar sus lecciones de geografía.
A pesar de sus esfuerzos, la oscuridad impide que continúe con sus estudios, lo que lo obliga a irse a la cama con el libro de geografía bajo su almohada. A través de una serie de visiones mágicas y fantásticas, Tuk recibe la ayuda que necesita de diversas formas, con ciudades y personajes que cobran vida y le enseñan lo que necesita aprender para su clase.
El cuento destaca por su mensaje moral sobre la bondad y la ayuda mutua: al ayudar a la anciana lavandera, Tuk recibe ayuda en sus estudios de una manera mágica. Además, ilustra la importancia de los sueños y de quién sabe lo que el futuro depara. Aunque Tuk no recuerda el sueño al despertar, se benefició de él al aprender su lección, y el cuento concluye con la esperanza de que el Señor hará realidad su sueño más bonito, aunque Tuk no sea consciente de ello.
La narrativa de Andersen transmite la magia de la niñez, la importancia del conocimiento y la bondad desinteresada, con un mensaje alentador sobre el poder de los sueños y las posibilidades que nos brinda el futuro.
„El Pequeño Tuk“ es un cuento de hadas de Hans Christian Andersen que explora temas de responsabilidad, bondad, y la magia de los sueños. En la historia, Tuk es un niño que debe equilibrar sus deberes de cuidar a su hermana pequeña, Gustava, y estudiar sus lecciones de geografía. A pesar de sus esfuerzos, se siente abrumado por la necesidad de estudiar en la oscuridad, ya que su familia no puede permitirse comprar velas.
El cuento ilustra cómo el acto desinteresado de ayudar a una anciana lavandera, que no puede cargar con su cubo de agua, desencadena una serie de experiencias oníricas y mágicas para Tuk. En estos sueños, los elementos de la geografía que debe aprender cobran vida: ciudades, personajes históricos, y hasta animales de distintas regiones interactúan con él, proporcionando conocimiento de una manera vívida y fantástica que supera la lectura directa.
Las visitas de estos personajes oníricos no sólo le ayudan con sus lecciones, sino que también tocan temas más profundos sobre la generosidad y el potencial futuro de Tuk. La anciana lavandera, representada como una especie de hada madrina, promete a Tuk que su buena acción será recompensada, y los sueños le sugieren un futuro prometedor, implicando que su amabilidad y esfuerzo serán reconocidos y recompensados.
El cuento termina con un toque de misterio: aunque Tuk olvida su sueño al despertar, se despierta con un sentido de renovación y la capacidad inmediata de recordar su lección. La lavandera le agradece nuevamente por su ayuda, y su bendición sugiere que los sueños de Tuk, aunque olvidados, podrían hacerse realidad, demostrando la creencia subyacente en el poder transformador de la bondad.
„El Pequeño Tuk“ es un relato encantador que combina elementos de la vida diaria con la fantasía, subrayando la importancia de la bondad, la ayuda desinteresada y la creencia en un futuro mejor, a menudo simbolizado con la ayuda providencial de figuras mágicas o espirituales.
El cuento „El Pequeño Tuk“ de Hans Christian Andersen es una narración rica en simbolismo y elementos de la literatura fantástica que utiliza la estructura clásica de un cuento de hadas. Analizaré el uso del lenguaje, los símbolos, y los temas presentes en el cuento.
Estructura y Lenguaje
Narrador Omnisciente: Andersen utiliza un narrador omnisciente que alterna entre la descripción detallada y el diálogo directo. Este estilo permite al lector acceder tanto a los pensamientos de Tuk como a las acciones de los otros personajes.
Lenguaje Descriptivo: La prosa de Andersen es rica en descripciones visuales y sonoras, que pintan cuadros vívidos de los lugares que Tuk visitaría en sus sueños. Las descripciones detalladas ayudan a construir un sentimiento de magia y asombro.
Diálogo y Lenguaje Infantil: Las interacciones, especialmente las de Tuk, reflejan la perspectiva de un niño. El lenguaje es sencillo y directo, lo que hace que el cuento sea accesible y comprensible para los jóvenes lectores.
Temas y Símbolos
Conocimiento y Educación: Un tema central es la importancia del conocimiento y el aprendizaje. El libro de geografía bajo la almohada simboliza la búsqueda del conocimiento y la educación como un medio para avanzar en la vida. La anciana lavandera que ayuda a Tuk a manera de agradecimiento por su bondad también resalta la idea de que el conocimiento compartido es beneficioso.
Sueños y Aspiraciones: Los sueños de Tuk, que le muestran posibles futuros y lugares, simbolizan sus aspiraciones y deseos ocultos. Andersens utiliza estas visiones oníricas para sugerir que, a través de la bondad y el aprendizaje, Tuk podrá alcanzar un futuro prometedor.
Bondad y Ayuda Mutua: La interacción de Tuk con la anciana lavandera introduce el tema de la bondad y la ayuda mutua. Andersen parece sugerir que las buenas acciones son recompensadas, convirtiendo esta idea en una lección moral para el lector.
Destino y Futuro: El cuento juega con la idea del destino, sugiriendo que uno puede ser artífice de su propio futuro a través de la bondad y el esfuerzo, aunque el verdadero destino sea incierto y conocido solo por Dios.
Elementos Fantásticos
Personajes Animados: La animación de objetos y animales, tales como la gallina de Kjöge y el papagayo de Prastö, contribuye a crear un mundo donde lo inanimado cobra vida para transmitir conocimiento.
Visiones Oníricas: Los sueños de Tuk se entrelazan con la realidad, permitiendo que el lector explore un mundo donde la frontera entre lo real y lo fantástico es difusa.
Transiciones Mágicas: El cuento está lleno de transiciones mágicas que no siguen las reglas de la lógica, como el cambio de escenario al volar por encima de Zelanda o la transformación de la anciana en una rana, enriqueciendo la dimensión mágica del relato.
En conclusión, „El Pequeño Tuk“ es un cuento que, a través de un lenguaje sencillo y descriptivo, invita al lector a considerar el valor del conocimiento, la bondad y el destino. La habilidad de Andersen para mezclar elementos de la vida cotidiana con lo fantástico crea una narración encantadora que ofrece tanto entretenimiento como una lección moral.
Información para el análisis científico
Indicador | Valor |
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Traducciones | DE, EN, DA, ES |
Índice de legibilidad de Björnsson | 35.3 |
Flesch-Reading-Ease Índice | 29.4 |
Flesch–Kincaid Grade-Level | 12 |
Gunning Fog Índice | 16.3 |
Coleman–Liau Índice | 9.9 |
SMOG Índice | 12 |
Índice de legibilidad automatizado | 6.5 |
Número de Caracteres | 8.052 |
Número de Letras | 6.278 |
Número de Frases | 97 |
Número de Palabras | 1.438 |
Promedio de Palabras por oración | 14,82 |
Palabras con más de 6 letras | 294 |
Porcentaje de palabras largas | 20.4% |
Número de Sílabas | 2.760 |
Promedio de Sílabas por Palabra | 1,92 |
Palabras con tres Sílabas | 395 |
Porcentaje de palabras con tres sílabas | 27.5% |