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El joven gigante
Grimm Märchen

El joven gigante - Cuento de hadas de los Hermanos Grimm

Tiempo de lectura para niños: 11 min

Un campesino tenía un hijo que no abultaba más que el dedo pulgar; no había manera de hacerlo crecer, y, al cabo de varios años, su talla no había aumentado ni el grueso de un cabello. Un día en que el campesino se disponía a marcharse al campo para la labranza, díjole el pequeñuelo:

– Padre, déjame ir contigo.

– ¿Tú, ir al campo? – replicó el padre. – Quédate en casa; allí no me servirías de nada y aún correría el riesgo de perderte. Echóse el pequeño a llorar, y, al fin, el campesino, para que lo dejara en paz, metióselo en el bolsillo y se lo llevó. Al llegar al campo, lo dejó sentado en un surco recién abierto. Mientras estaba allí, acercóse un enorme gigante que venía de allende los montes.

– ¿Ves aquel gigantón de allí? – dijo el padre al niño, para asustarlo. – Pues vendrá y se te llevará. En dos o tres zancadas de sus larguísimas piernas, el gigante llegó ante el surco. Levantó cuidadosamente al pequeño con dos dedos, lo contempló un momento y se alejó con él, sin pronunciar una palabra. El padre, paralizado de espanto, no pudo ni emitir un grito y consideró perdido a su hijo, sin esperanza de volverlo a ver en su vida. El gigante se llevó al pequeñuelo a su mansión y le dio de mamar de su pecho, con lo que el chiquitín creció, tanto en estatura como en fuerzas, cual es propio de los gigantes. Transcurridos dos años, el viejo gigante lo llevó al bosque y, para probarlo, le dijo:

– Arranca una vara. El niño era ya tan robusto, que arrancó de raíz un arbolillo como quien no hace nada, pero el gigante pensó: „Ha de hacerse más fuerte,“ y volvió a llevarlo a su casa y continuó amamantándolo durante otros dos años. Al someterlo nuevamente a prueba, la fuerza del mozo había aumentado tanto, que ya fue capaz de arrancar de raíz un viejo árbol. Sin embargo, no se dio por satisfecho todavía el gigante, y lo amamantó aún por espacio de otros dos años, al cabo de los cuales volvió al bosque, y le ordenó:

– Arráncame ahora una vara de verdad. Y el joven extrajo del suelo el más fornido de los robles, con una ligereza tal que no parecía sino que bromeaba.

– Ahora está bien – díjole el gigante; – has terminado el aprendizaje – y lo devolvió al campo en que lo encontrara. En él estaba su padre guiando el arado, y el joven gigante fue a él y le dijo:

– ¡Mirad, padre, qué hombrón se ha vuelto vuestro hijo! El labrador, volviéndose, exclamó asustado:

– ¡No, tú no eres mi hijo! ¡Nada quiero de ti! ¡Márchate!

– ¡Claro que soy vuestro hijo; dejadme trabajar; sé arar tan bien como vos o mejor!

– ¡No, no! Tú no eres mi hijo, ni sabes arar. ¡Anda, márchate de aquí! Pero como aquel gigante le daba miedo, dejóle el arado y fue a sentarse al borde del campo. Empuñó el hijo el arado con una sola mano, y lo hincó con tal fuerza que la reja se hundió profundamente en el suelo. El campesino no pudo contenerse y le gritó:

– No hay que apretar tan fuerte para arar; es una mala labor la que estás haciendo. Pero el joven, desunciendo los caballos y poniéndose a tirar él mismo del arado, dijo:

– Vete a casa, padre, y di a mi madre que prepare una buena comida; yo, mientras tanto, terminaré la faena. Fuese el campesino y encargó a su mujer que preparase la comida, y, entretanto, el mozo aró todo el campo, que medía dos yugadas, sin ayuda de nadie, tras lo cual lo rastrilló por entero, manejando dos rastras a la vez. Cuando hubo terminado, arrancó dos robles del bosque, se los echó al hombro, y puso aún encima una rastra y un caballo delante, y otra rastra y otro caballo detrás; y como si todo junto no fuese más que un haz de paja, llevólo a la casa paterna. Al entrar en la era, su madre, no reconociéndolo, preguntó:

– ¿Quién es ese hombrón tan terrible? Y respondióle su marido:

– Es nuestro hijo.

– No, no es posible que sea nuestro hijo; jamás tuvimos uno así; el nuestro era muy chiquitín. – Y gritóle: – ¡Márchate, aquí no te queremos! El mozo, sin chistar, llevó los caballos al establo, echóles heno y avena, y lo arregló como es debido. Cuando estuvo listo, entró en la casa y, sentándose en el banco, dijo:

– Madre, tengo mucho apetito; ¿estará pronto la comida?

– Sí – respondió ella, – y sirvióle dos grandes fuentes repletas, con las que ella y su marido se habrían hartado para ocho días. Pero el joven se lo zampó todo y preguntó si podía darle algo más.

– No – respondióle la madre, – te di todo lo que había en casa.

– Esto sólo me sirve para abrirme el apetito; necesito más. Ella, no atreviéndose a contradecirlo, salió a poner al fuego una gran artesa llena de comida y, cuando ya estuvo cocida, la entró al mozo.

– Bueno, aquí hay, por lo menos, un par de bocados – dijo éste, y se lo comió todo sin dejar miga; pero tampoco bastaba para aplacarle el hambre, y dijo entonces:

– Padre, bien veo que en vuestra casa nunca me hartaré. Si me traéis una barra de hierro bastante gruesa para que no pueda romperla con la rodilla, me marcharé a correr mundo. Alegróse el campesino, enganchó los dos caballos al carro y fuese a casa del herrero en busca de una barra tan grande y gruesa como pudieran transportar los animales. El joven se la aplicó contra la rodilla y ¡crac!, la quebró en dos como si fuese una estaca, y tiró los trozos a un lado. Enganchó entonces el padre cuatro caballos y volvió con otra barra tan grande y gruesa como los animales pudieron acarrear; pero el hijo la dobló también y, arrojando los fragmentos, dijo:

– No sirve, padre; tenéis que poner más caballos y traer una barra más fuerte. Enganchó entonces el campesino ocho caballos, y trajo a casa una tercera barra, tan grande y gruesa como los animales pudieron transportar. El hijo la cogió en la mano, rompió un pedazo de un extremo, y dijo:

– Padre, bien veo que no podéis darme el bastón que necesito. No quiero continuar aquí. Marchóse con intención de colocarse como oficial herrero. Llegó a un pueblo, donde habitaba un herrero muy avaro, que todo lo quería para sí y nada para los demás. Presentósele el mozo y le preguntó si necesitaba un oficial.

– Sí – respondió el herrero, y, considerándolo de pies a cabeza, pensó: „Es un mozo fornido; manejará bien el martillo y se ganará su pan.“

– ¿Cuánto pides de salario? – le preguntó.

– Nada – respondió el mozo, – sólo cada quince días, cuando pagues a los demás trabajadores, yo te daré dos puñetazos y tú los aguantarás. El herrero se declaró conforme, pensando en el mucho dinero que se ahorraría. A la mañana siguiente, el nuevo oficial se puso a la faena; cuando el maestro le trajo la barra al rojo, del primer martillazo partióse el hierro en dos pedazos, volando por los aires, y el yunque se clavó en el suelo, tan profundamente que no hubo medio de volver a sacarlo. Enfadóse el avaro, y exclamó:

– Tú no me sirves; golpeas con demasiada rudeza. ¿Qué te debo por este solo golpe?

– Sólo quiero darte un golpecito, nada más – respondió el muchacho, y alzando un pie, de una patada lo envió volando al otro lado de cuatro carretas de heno. Eligiendo después la más recia de las barras de hierro que había en la herrería, cogióla como bastón y se marchó.

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Antecedentes

Interpretaciones

Lengua

„El joven gigante“ es un cuento perteneciente a la colección de los Hermanos Grimm, que presenta una narración en la que se combinan elementos mágicos y tradicionales de los cuentos de hadas. En la historia, encontramos a un niño inicialmente diminuto que crece hasta convertirse en un gigante gracias a la intervención de otro gigante que lo adopta. El punto central del relato es la transformación del niño en un ser extraordinario, capaz de realizar hazañas de fuerza sobrehumana.

La historia explora varios temas, como la aceptación y el reconocimiento familiar, así como el valor de la identidad y la búsqueda del lugar propio en el mundo. A pesar de su increíble transformación y habilidades, el joven gigante enfrenta la falta de aceptación de sus propios padres, lo que lo impulsa a buscar su camino fuera del hogar.

El cuento sigue una estructura clásica, con pruebas que el joven debe superar para demostrar su fuerza y capacidad, típica de las historias de aprendizaje y superación personal. La figura del gigante adopta también un papel paternal y de mentor, ayudando al chico a alcanzar su potencial. Finalmente, la relación del joven gigante con el mundo exterior se ve reflejada en su interacción con el herrero avaro, destacando el contraste entre la bondad y la mezquindad.

Como en muchos cuentos de los Hermanos Grimm, „El joven gigante“ utiliza elementos fantásticos para transmitir lecciones morales y de vida, en este caso subrayando la importancia del autodescubrimiento y la autoaceptación más allá de las expectativas ajenas.

„El joven gigante“, un cuento de hadas de los Hermanos Grimm, ofrece múltiples interpretaciones, cada una de las cuales resalta distintos aspectos de esta narrativa clásica. Aquí se presentan algunas maneras de interpretar esta historia:

Metáfora del crecimiento personal: El relato puede verse como una metáfora del crecimiento y desarrollo personal. El niño, al principio pequeño y aparentemente insignificante, se transforma en un gigante poderoso gracias al cuidado del gigante. Este proceso simboliza cómo, con el tiempo y las experiencias adecuadas, una persona puede desarrollar su verdadero potencial, superando las expectativas iniciales.

La figura del mentor: El gigante puede interpretarse como un mentor que ve el potencial en el niño y lo guía hacia su desarrollo pleno. Esta figura es común en muchas historias, donde un individuo más experimentado toma a su cargo a alguien joven e inexperto, enseñándole habilidades y lecciones que le permitirán prosperar en el futuro.

La importancia de la autoidentidad: A lo largo de la historia, el joven gigante enfrenta el rechazo tanto de su padre como de otros que no lo reconocen como el mismo individuo que era antes. Este rechazo puede simbolizar los desafíos en la búsqueda de la identidad propia y la aceptación, especialmente cuando una persona ha cambiado significativamente.

El poder y la responsabilidad: A medida que el joven se hace más fuerte, también debe aprender a manejar su poder de manera responsable. Su interacción con el herrero avaro muestra que la fuerza sin control puede ser destructiva, y la verdadera habilidad radica en saber cuándo y cómo usar esa fuerza.

La naturaleza de las expectativas: El cuento subraya cómo las expectativas pueden limitar el reconocimiento del potencial de una persona. El padre del joven gigante no puede ver más allá de lo que su hijo fue alguna vez, lo que refleja cómo las personas a menudo son encasilladas por sus antecedentes familiares o sus inicios humildes.

Ciclo de vida e independencia: Finalmente, el cuento narra un ciclo de vida, mostrando cómo el joven debe dejar el hogar para buscar su lugar en el mundo, simbolizando la transición de la dependencia familiar a la independencia y la autoexploración.

En conjunto, „El joven gigante“ examina temas universales de crecimiento, identidad, aprendizaje y el uso adecuado del poder, ofreciendo lecciones valiosas tanto para niños como para adultos.

El cuento de „El joven gigante“ de los Hermanos Grimm es una rica pieza de literatura oral, que a través de su sencillez y profundidad, ofrece un abanico de posibilidades para el análisis lingüístico. A continuación, se presentarán algunos aspectos relevantes:

Estructura narrativa: El cuento sigue la estructura clásica de las narraciones de hadas, con una introducción que presenta a los personajes y la situación inicial, un desarrollo donde se plantean los retos y pruebas que debe enfrentar el protagonista, y un desenlace en el que se resuelve la historia. Esta estructura facilita la comprensión y memorización del relato, ya que se trata de cuentos originalmente transmitidos de forma oral.

Tamaño y contraste: Uno de los elementos centrales del cuento es el contraste entre el tamaño del niño al inicio (tan pequeño „que no abultaba más que el dedo pulgar“) y su transformación en un gigante. Este cambio es reflejado en el lenguaje con descripciones que enfatizan las dimensiones y la fuerza del joven tras ser cuidado por el gigante („capaz de arrancar de raíz un viejo árbol“). Este uso del contraste crea un efecto poderoso en la narrativa, simbolizando el crecimiento y la maduración.

Diálogo directo: El uso de diálogos entre los personajes es predominante. Estas interacciones no solo desarrollan la caracterización de los personajes, sino que también avanzan la trama. El diálogo entre el niño y su padre al inicio, o entre el joven y el herrero, son ejemplos de cómo los diálogos se usan para expresar conflictos y caracterizar personalidades.

Lenguaje y repetición: A lo largo del cuento, se utiliza la repetición de frases y estructuras. Esto es común en los cuentos populares, ya que ayuda en la memorización y enfatiza ciertos elementos del relato. Ejemplos son las pruebas repetidas que el joven debe pasar para demostrar su fuerza, o las conversaciones con el padre sobre su identidad.

Elementos de exageración: Característico de los cuentos de hadas, el uso de la hipérbole o exageración es evidente. La capacidad del joven para realizar hazañas imposibles como arrancar un roble o llevarse „dos robles del bosque“ demuestra cómo el cuento se apoya en lo fantástico para captar la atención y transmitir la moraleja.

Simbolismo: La figura del gigante y el acto de ser amamantado por él pueden interpretarse como símbolos de protección y crecimiento más allá de las limitaciones iniciales. El cuento aborda temas como la identidad y la aceptación, ya que a pesar de su transformación, el joven busca el reconocimiento de sus padres.

En resumen, „El joven gigante“ es un cuento que explora temas universales a través del lenguaje simple y directo, ricos en elementos repetitivos y contrastes que hacen que el relato brille tanto en el contexto histórico de los Hermanos Grimm como en la actualidad.


Información para el análisis científico

Indicador
Valor
NúmeroKHM 90
Aarne-Thompson-Uther ÍndiceATU Typ 650A
TraduccionesDE, EN, DA, ES, FR, PT, IT, JA, NL, PL, RU, TR, VI, ZH
Índice de legibilidad de Björnsson35
Flesch-Reading-Ease Índice35.5
Flesch–Kincaid Grade-Level12
Gunning Fog Índice15.4
Coleman–Liau Índice9.3
SMOG Índice12
Índice de legibilidad automatizado6.2
Número de Caracteres7.084
Número de Letras5.437
Número de Frases85
Número de Palabras1.275
Promedio de Palabras por oración15,00
Palabras con más de 6 letras255
Porcentaje de palabras largas20%
Número de Sílabas2.352
Promedio de Sílabas por Palabra1,84
Palabras con tres Sílabas301
Porcentaje de palabras con tres sílabas23.6%
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