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La última Perla
Grimm Märchen

La última Perla - Cuento de hadas de Hans Christian Andersen

Tiempo de lectura para niños: 8 min

Era una casa rica, una casa feliz; todos, señores, criados e incluso los amigos eran dichosos y alegres, pues acababa de nacer un heredero, un hijo, y tanto la madre como el niño estaban perfectamente. Se había velado la luz de la lámpara que iluminaba el recogido dormitorio, ante cuyas ventanas colgaban pesadas cortinas de preciosas sedas.

La alfombra era gruesa y mullida como musgo; todo invitaba al sueño, al reposo, y a esta tentación cedió también la enfermera, y se quedó dormida; bien podía hacerlo, pues todo andaba bien y felizmente. El espíritu protector de la casa estaba a la cabecera de la cama; diríase que sobre el niño, reclinado en el pecho de la madre, se extendía una red de rutilantes estrellas, cada una de las cuales era una perla de la felicidad.

Todas las hadas buenas de la vida habían aportado sus dones al recién nacido; brillaban allí la salud, la riqueza, la dicha y el amor; en suma, todo cuanto el hombre puede desear en la Tierra.

– Todo lo han traído – dijo el espíritu protector.

– ¡No! – oyóse una voz cercana, la del ángel custodio del niño -. Hay un hada que no ha traído aún su don, pero vendrá, lo traerá algún día, aunque sea de aquí a muchos años. Falta aún la última perla.

– ¿Falta? Aquí no puede faltar nada, y si fuese así hay que ir en busca del hada poderosa. ¡Vamos a buscarla!

– ¡Vendrá, vendrá! Hace falta su perla para completar la corona.

– ¿Dónde vive? ¿Dónde está su morada? Dímelo, iré a buscar la perla.

– Tú lo quieres – dijo el ángel bueno del niño – yo te guiaré dondequiera que sea. No tiene residencia fija, lo mismo va al palacio del Emperador como a la cabaña del más pobre campesino; no pasa junto a nadie sin dejar huella; a todos les aporta su dádiva, a unos un mundo, a otros un juguete. Habrá de venir también para este niño.

¿Piensas tú que no todos los momentos son iguales? Pues bien, iremos a buscar la perla, la última de este tesoro. Y, cogidos de la mano, se echaron a volar hacia el lugar donde a la sazón residía el hada. Era una casa muy grande, con oscuros corredores, cuartos vacíos y singularmente silenciosa; una serie de ventanas abiertas dejaban entrar el aire frío, cuya corriente hacía ondear las largas cortinas blancas. En el centro de la habitación se veía un ataúd abierto, con el cadáver de una mujer joven aún.

Lo rodeaban gran cantidad de preciosas y frescas rosas, de tal modo que sólo quedaban visibles las finas manos enlazadas y el rostro transfigurado por la muerte, en el que se expresaba la noble y sublime gravedad de la entrega a Dios. Junto al féretro estaban, de pie, el marido y los niños, en gran número; el más pequeño, en brazos del padre. Era el último adiós a la madre; el esposo le besó la mano, seca ahora como hoja caída, aquella mano que hasta poco antes había estado laborando con diligencia y amor.

Gruesas y amargas lágrimas caían al suelo, pero nadie pronunciaba una palabra; el silencio encerraba allí todo un mundo de dolor. Callados y sollozando, salieron de la habitación. Ardía un cirio, la llama vacilaba al viento, envolviendo el rojo y alto pabilo. Entraron hombres extraños, que colocaron la tapa del féretro y la sujetaron con clavos; los martillazos resonaron por las habitaciones y pasillos de la casa, y más fuertemente aún en los corazones sangrantes.

– ¿Adónde me llevas? – preguntó el espíritu protector -. Aquí no mora ningún hada cuyas perlas formen parte de los dones mejores de la vida.

– Pues aquí es donde está, ahora, en este momento solemne – replicó el ángel custodio, señalando un rincón del aposento; y allí, en el lugar donde en vida la madre se sentara entre flores y estampas, desde el cual, como hada bienhechora del hogar había acogido amorosa al marido, a los hijos y a los amigos, y desde donde, cual un rayo de sol, había esparcido la alegría por toda la casa, como el eje y el corazón de la familia, en aquel rincón había ahora una mujer extraña, vestida con un largo y amplio ropaje: era la Aflicción, señora y madre ahora en el puesto de la muerta.

Una lágrima ardiente rodó por su seno y se transformó en una perla, que brillaba con todos los colores del arco iris. Recogióla el ángel, y entonces, adquirió el brillo de una estrella de siete matices.

– La perla de la aflicción, la última, que no puede faltar. Realza el brillo y el poder de las otras. ¿Ves el resplandor del arco iris, que une la tierra con el cielo? Con cada una de las personas queridas que nos preceden en la muerte, tenemos en el cielo un amigo más con quien deseamos reunirnos. A través de la noche terrena miramos las estrellas, la última perfección. Contémplala, la perla de la aflicción; en ella están las alas de Psique, que nos levantarán de aquí.

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Antecedentes

Interpretaciones

Lengua

„La última Perla“ es un cuento de hadas escrito por Hans Christian Andersen que transmite un mensaje profundo y conmovedor sobre la vida, la muerte y el papel de la aflicción en el proceso de encontrar la plenitud. La historia empieza en un ambiente de alegría y felicidad, con el nacimiento de un heredero en una casa rica y acomodada. Los espíritus protectores y las hadas han otorgado al recién nacido todos los dones posibles: salud, riqueza, felicidad y amor. Sin embargo, el ángel custodio indica que falta un último regalo: la perla de la felicidad completa.

El espíritu protector y el ángel emprenden un viaje para encontrar al hada que trae esta última perla. En su búsqueda, llegan a una casa de luto, donde una familia despide a una madre fallecida. En este lugar, el ángel revela al espíritu protector que el hada buscada se manifiesta en el dolor de la pérdida. La figura que aparece es la Aflicción, que produce una lágrima transformada en una perla brillante con los colores del arco iris.

Esta perla de la aflicción completa la corona de dones, subrayando que el dolor y la pérdida son una parte integral de la vida. Andersen muestra que a través de la aflicción se revelan otras formas de conexión y aspiraciones hacia lo celestial. La historia concluye enfatizando que, con cada ser querido que perdemos, la conexión con el cielo se fortalece, convirtiéndose en un punto de unión entre la tierra y el más allá. Así, la aflicción brilla y enriquece los otros dones, demostrando que incluso el sufrimiento tiene un propósito en el marco de la felicidad humana.

„La última Perla“ de Hans Christian Andersen es un cuento que explora los temas de la pérdida, el dolor y la trascendencia espiritual. La historia se desarrolla en el contexto de una familia feliz que acaba de recibir a un nuevo miembro, un heredero recién nacido. El ambiente es inicialmente uno de alegría y plenitud, con todas las hadas buenas habiendo otorgado sus dones al niño, asegurando una vida llena de salud, riqueza y amor. Sin embargo, se menciona que falta una última perla, un don aún por llegar.

Este cuento introduce de manera profunda la noción de que, en la vida, incluso en momentos de gran felicidad, hay un aspecto crucial que a menudo se ignora o se da por sentado: la aflicción. El ángel custodio del niño lleva al espíritu protector a una escena de despedida a una madre fallecida, ilustrando que la aflicción es una parte inevitable y necesaria de la vida, que añade profundidad y significado a la existencia humana. La perla de la aflicción es presentada como un componente vital que realza los demás dones. La aflicción, representada por una mujer misteriosa y solemne, derrama una lágrima que se convierte en la última perla necesaria para completar el tesoro de la vida del niño.

Andersen sugiere que el dolor y la pérdida, aunque difíciles de afrontar, son esenciales para el crecimiento espiritual y la conexión humana. La perla de la aflicción no es solo una fuente de dolor, sino también un camino hacia la trascendencia, simbolizada por el arco iris que une el cielo y la tierra. Con cada pérdida de un ser querido, se gana un amigo en el cielo, lo que eventualmente une a las personas en una búsqueda de reunión más allá de esta vida.

Este cuento filosófico nos invita a reflexionar sobre cómo las experiencias de sufrimiento pueden imbuir nuestra vida con un sentido más profundo, preparando nuestras almas para una existencia que trasciende lo terrenal. La última perla, la aflicción, se convierte así en un don divino que completa la corona de la vida, brindando una comprensión más rica de la felicidad.

El cuento de hadas „La última Perla“ de Hans Christian Andersen es una reflexión profunda sobre la vida, la muerte y el significado de la tristeza. A través de su sinestesia y simbolismo, Andersen lleva al lector en un viaje que explora la complejidad de los dones de la vida, incluyendo los que no siempre se ven como tales.

Estructura Narrativa: El cuento sigue una narrativa tradicional de cuento de hadas con un espíritu protector y un ángel custodio discutiendo sobre un don necesario para completar el bienestar del niño recién nacido. La transición de un ambiente feliz y sereno a uno lleno de tristeza es un recurso literario poderoso que resalta el impacto emocional de la pérdida.

Simbolismo: *La Casa Rica y Feliz:* Al inicio, la casa rica representa plenitud y felicidad, simbolizando el lugar ideal en la vida. *La Perla de la Aflicción:* La última perla, que resulta ser la aflicción, introduce un simbolismo paradójico. La tristeza se presenta como un don necesario para completar la existencia humana, sugiriendo que la experiencia del dolor es lo que otorga valor y profundidad a las otras experiencias de vida.

Personificación: *El Espíritu Protector y el Ángel Custodio:* Estas figuras actúan como guías y narradores, personificando las fuerzas protectoras y espirituales que velan por el bienestar del niño. *La Aflicción:* Está personificada como una mujer con un largo ropaje, lo que sugiere que la tristeza tiene un papel tangible y respetable en la vida, a la par con cualquier otra facilidad de la vida.

Contraste: El cuento contrasta la apariencia del dolor y la pérdida con la revelación de su necesidad para la comprensión plena de la felicidad. Este contraste se manifiesta sobre todo en la descripción del hogar lleno de vida frente a la entrada sombría de la aflicción con la muerte de la madre.

Imágenes Sensoriales: Andersen utiliza imágenes ricas y evocadoras, como las „curtinas pesadas de preciosas sedas“ y „una red de rutilantes estrellas“, lo que permite al lector visualizar vívidamente la escena y sentir la atmósfera emocional del cuento.

Tema de la Muerte y el Transcendencia: La muerte de la madre y su impacto en la familia es el lente a través del cual se examina la importancia de la tristeza. La muerte es un acontecimiento que al principio parece puramente doloroso, pero se revela que lleva consigo un tipo de regalo que relaciona la dicha terrenal con la celestial.

Lenguaje Poético: Andersen emplea un lenguaje poético y lírico que resalta la belleza trágica de la vida y la muerte; sus palabras reflejan una profundidad que invita a la reflexión sobre la complejidad emocional humana.

En conclusión, el cuento „La última Perla“ utiliza la metáfora y el simbolismo de manera muy eficaz para recordar al lector que la felicidad y la aflicción son inseparables y que, juntas, constituyen una parte esencial de la experiencia humana. La presencia de la tristeza como la última perla en la corona de la vida del niño resalta la idea de que incluso los momentos más dolorosos poseen valor y un propósito dentro de la historia más amplia de nuestra existencia.


Información para el análisis científico

Indicador
Valor
TraduccionesDE, EN, DA, ES
Índice de legibilidad de Björnsson38.3
Flesch-Reading-Ease Índice26.8
Flesch–Kincaid Grade-Level12
Gunning Fog Índice17.2
Coleman–Liau Índice10
SMOG Índice12
Índice de legibilidad automatizado8.5
Número de Caracteres4.740
Número de Letras3.672
Número de Frases45
Número de Palabras837
Promedio de Palabras por oración18,60
Palabras con más de 6 letras165
Porcentaje de palabras largas19.7%
Número de Sílabas1.594
Promedio de Sílabas por Palabra1,90
Palabras con tres Sílabas206
Porcentaje de palabras con tres sílabas24.6%
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